martes, 2 de junio de 2009

El tiempo en la investigación social

Muchos de los cambios en las sociedades ocurren de un modo no cíclico. En otras palabras: con el paso del tiempo, no volvemos al estado inicial.

Este tipo de cambios es similar al de los procesos irreversibles, en los que el tiempo adopta una dirección determinada en la cual ocurren ciertos acontecimientos.

Este tipo de fenómenos son frecuentemente estudiados en las ciencias naturales. Por ejemplo, en el flujo del calor, la fuente más caliente siempre cede calor a la más fría. Y este proceso nunca ocurre en forma inversa (si mezclamos hielo y agua hirviendo en un olla, con el paso de los segundos la temperatura sera homogénea en ese cuenco; pero nunca del agua templada se creara naturalmente hielo y agua hirviendo, por ejemplo). En forma también análoga, los organismos vivientes cambian con el tiempo, y envecejen en forma irreversible.

Así, sabemos que todos los individuos integrantes de una sociedad, como seres e inteligencias biológicas que somos, experimentan los condicionamientos de los procesos irreversibles. Nadie puede huir de la muerte, por ejemplo.

De algún modo, es claro que la estructura de las instituciones sociales y la cultura, dan cuenta de este problema. Las sociedades de seres biológicos deben superar las extremas limitaciones de los individuos que las componen. Así, la escritura permite mantener mensajes siglos después de la muerte del escritor; y los profetas pueden de algún modo, metafórico o milagroso, vencer a la muerte. Las instituciones religiosas tienden a superar las limitaciones temporales de sus efímeros individuos.

No es extraño entonces que existan cierto tipo de mecanismos donde la reproducción de los eventos sociales, al acumular la experiencia y la cultura de nuestros ancestros (seres biológicos sujetos al envejecimiento y muerte irreversibles), adquiera en algún punto, pueda ser analógica a la de los procesos irreversibles.

¿Existen procesos sociales cuya evolución es similar al de los procesos irreversibles?. Es cierto, por un lado, que nada de esto podría ocurrir como en los citados fenómenos naturales o biológicos. Pero sí, aparecen mecanismo acumulativos de cultura y organización social, cuyas mismas precondiciones de existencia, y los mecanismos culturales de transmisión de información de una generación a otra, hacen que se acumulen en un modo irreversible.

Algunos descripciones históricas y sociológicas identifican este tipo de procesos en la evolución cultural de un sistema social.

Podría ocurrir que en el siglo XXII existan sociedades al mando de un cacique, o en feudos. Si bien esto no es imposible, nadie supone que eso vaya a ocurrir realmente. Esta percepción atinada sugiere que la organización social está sujeta a procesos irreversibles, donde no es sencillo volver para atrás en la historia.

Estos procesos se perciben en periodos prolongados e intergeneracionales. En algunas teorías sociales, las descripciones de los cambios sociales sugieren este tipo de evolución irreversible. Las teorías positivistas de Comte (1982), describen un cambio en el que se tiende siempre a un mayor progreso, y nunca a un menor progreso. Max Weber (1982) describió un proceso de creciente racionalización social en Occidente; traducido, la racionalización nunca iba para atras. Idénticamente, Tocqueville (1985) describe un proceso de igualación y democratización creciente entre los hombres, que al autor le generaba “terror religioso”. El mismo Marx describió un desarrollo constante de las fuerzas productivas de una sociedad, donde las fuerzas productivas evolucionan hacia estadios mas elevados, y nunca a menores estadios. La dialética, con su mecánica de tesis y antítesis, y luego a la síntesis, implica: nunca se vuelve a la tesis inicial, y por lo tanto el proceso es irreversible.

Podemos citar ejemplos mas específicos. La migración del campo a la ciudad, descripto como un proceso de modernización social, o la secularización de la política, que abandona el fundamento religioso del poder de las monarquías por ejemplo y nunca lo vuelve a recuperar, pueden ser vistos en el mismo sentido.

La evolución hacia una mayor diferenciación social, en los términos de Luhmann, también puede ser interpretada como un proceso irreversible.

En definitiva, los teóricos sociales identifican procesos irreversible generales y abarcativos de la historia. La transformación C de un estado A a un estado B, puede describirse como una asociación estadística entre el paso del tiempo y esa transformación C. La tabulación que describa estos procesos requeriría unidades de análisis clasificadas desde un estado inicial o uno final. Si X es el paso del tiempo, e Y el estado de un sistema social, la asociación estadística se expresaría mediante una habitual tabulación.

¿Podría esto medirse empíricamente? Quizás si. Ocurre que, en los sistemas naturales, la medición de los procesos irreversibles ocurre sobre sistemas. Si quisieramos aplicar ideas análogas, también deberíamos tener sistemas para medir en ciencias sociales. Como todos sabemos, el concepto de sistema social todavía no supera la operacionalización empírica de un modo muy claro. A veces se asocian los sistemas a estados nacionales, de un modo metafórico por decirlo de algún modo. Conceptualizar a los estados nacionales como sistemas o unidades sobre las cuáles medir los procesos irreversibles, es asimilar estado a sistema social, lo cual no es claro ni evidente.

Este es sólo un ejemplo de las múltiples dificultades con las que nos encontraríamos para establecer una unidad a partir de la cuál medir el proceso irreversible, e identificar sistemas sociales.

El otro problema de estas analogías, es: ¿serviría de algo medir esto?.
La respuesta es que puede ser. Es posible que este tipo de generalizaciones sean útiles en la comprensión de ciertos fenómenos sociales. El proceso irreversible del reemplazo de los televisores blanco y negro por aparatos a color, puede ser una buena información sobre la evolución de los mercados.

Ahora bien, estos procesos, no permiten, como la mayoría de las generalizaciones de estos fenómenos, predicciones mecánicas de futuros acontecimientos. Como todos los grandes teóricos de las ciencias sociales, estas cuestiones pueden ser descriptas únicamente en términos de estados más probables. Los fenómenos sociales son indeterminados, y no existen predicciones ni regularidades automáticas. En un museo, por ejemplo, se detienen los procesos irreversibles, a condición de un gasto de energía muy alto. Aún así, existen situaciones a futuro más probables que otras, y los procesos irreversibles permiten predecir estados mas probables.

Por otro lado, si incorporamos las nociones del azar y del tiempo al análisis de estos procesos evolutivos, podemos dividir el pasado del futuro de un modo conceptualmente relevante. El pasado se despoja del azar, mientras que el futuro lo mantiene; cuando se tira un dado sobre una mesa, el azar existe hasta que el dado deja de rodar. El número que vemos sobre la mesa es historia concreta. En flecha del tiempo el presente divide lo azaroso (futuro) de lo no azaroso (pasado). Para un individuo en el presente, el futuro es contingente, mientras que el pasado no lo es. La importancia teórica y práctica de la medición de estos fenómenos es clara. Como individuos tridimensionales, el análisis de la dimensión del tiempo es abstracta, pero no es imposible que los seres humanos evolucionen a ser seres que podamos manejar mas dimensiones. Por ejemplo, que podamos dominar la dimensión del tiempo.

En cierto modo, y para finalizar esta reflexión, parece que el tiempo no ha sido bien entendido en los procesos culturales. El estudio de los procesos sociales irreversibles sería útil en la medida que permita la anticipación de estados mas probables en los procesos sociales, políticos, económicos y tecnológicos.

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